Fibonacci describió en el siglo XIII la sucesión matemática que lleva su nombre. Era la secuencia 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89… que se traduce en: an = an-1 + an-2
Según esta definición, cada elemento en esta sucesión corresponde a la suma de los dos elementos que le preceden, siendo los dos primeros elementos el 0 y el 1. Una de las propiedades de esta serie de números es que el cociente entre dos elementos consecutivos, a medida que se aproximan a infinito, tiende al número phi 1,618. Dicho número es conocido también como proporción áurea (1:1,618) o proporción divina. Siguiendo esta proporción, se pueden obtener diferentes figuras geométricas que están presentes en casi toda la naturaleza, formando patrones que son reconocidos por casi todas las especies, incluyendo el ser humano.
La capacidad de interpretar visualmente el entorno es una competencia esencial de supervivencia de todas las especies. Aplicando la teoría de la evolución de Darwin podemos decir que aquellos miembros de una especie que se han adaptado mejor a la relación 1:1,618 (que es la relación habitual en la naturaleza) son los que han perdurado. Así, los organismos vivos, plantas, flores y otros elementos vivos, mantienen esa relación de proporción dentro de sí. Phi representa entonces la mejor proporción para la vida. Las formas que siguen proporciones áureas facilitan a nuestros ojos la tarea de transmitir información a nuestra mente. Cuando eso ocurre, nos complace,nos produce placer y bienestar porque nos da la sensación de lo armónico y conocido, fácilmente interpretable por nuestra mirada.

La regla de los tercios en la fotografía
Cuando aplicamos la proporción áurea a una fotografía, trazando dos líneas verticales y dos líneas horizontales imaginarias que dividen el encuadre, obtenemos 4 puntos de intersección que cumplen la proporción áurea tanto en sentido vertical como en horizontal. Por lo tanto, si colocamos alguno de los elementos importantes de nuestra imagen en esos puntos de intersección o tendiente a ellos, nuestras fotos producen mayor satisfacción a la vista que cualquier punto situado en otra zona del cuadro, ya que nuestro cerebro lo va a interpretar como armonioso.

Me gusta la foto de la carretera con las líneas en fuga.