Las fotografías que acostumbramos ver en las redes sociales e incluso en muchas publicaciones, están pensadas para un uso efímero y para ser compartidas sin mayor pretensión. Por eso, la mayoría de las imágenes que se producen tienen un sentido personal y literal, solo relevante para quien las produce, no tienen sentido más allá del anecdótico para quien las toma. En términos de comunicación, no representan nada para alguien más que para quien las hace y algunos allegados que entienden el mensaje (porque conocen a quien la sacó o la historia detrás de esa foto)
Estas fotos tienen interés acotado al uso personal, no están «pensadas» para decir algo al mundo en general, ni tienen búsquedas más profundas más allá de lo que muestran. Están pensadas para ser «compartidas» y no para ser un mensaje o un trabajo fotográfico en sí y por lo tanto, no están fundamentadas desde lo estético o conceptual.
Con lo cual podemos pensar: qué elementos debería contener un trabajo de autor? Qué haría interesante un trabajo fotográfico autoral? Esta cuestión no es simple ni una respuesta facilista será del todo satisfactoria pero, a los efectos de poder dar una guía a los alumnos, podemos pensar grosso modo que un trabajo fotográfico de autor debería al menos pensarse dentro de ciertos estándares. Uno es el de la realización.
No podemos pensar en un trabajo fotográfico con carencias técnicas. Cada decisión y cada recurso técnico deberían estar al servicio de lo que el fotógrafo quiso decir. Y para ello, el autor debe conocerlos y dominarlos.
Otra cuestión es la de la creatividad. Cada trabajo debería contener algo que lo hiciese único y propio, como cada gesto individual lo es. En cuanto a la lectura de esas imágenes, que una fotografía nos deje pensando, que contenga multiplicidad de mensajes o sea una obra lo más abierta posible hace con que concite mayor interés.
Una obra compleja (en cuanto a la multiplicidad semántica) requiere mayor trabajo a la hora de ser realizada pero también a la hora de ser vista: se debe realizar un cierto “esfuerzo” intelectual para comprenderla y decodificarla.

Usualmente una obra así aporta puntos de vista diferentes por su composición o temas, contiene alguna novedad al espectador, refleja claramente la idea del autor que obviamente tiene claridad a la hora de comunicar. Un aspecto también relevante es la estética de la imagen (no nos referimos a que sea bella, nos referimos a la estética como lenguaje). El autor toma decisiones estéticas, utilizando los recursos del lenguaje visual para conseguir expresar/decir algo.
Finalmente, un trabajo que consiga captar todos esos elementos de forma efectiva, seguramente logre conectar con el espectador, sea por el goce, la incomodidad o la provocación. Entonces podemos decir que seguramente estemos frente a una fotografía interesante.